Convertir la vida en una obra de arte, cada instante vale tanto como el anterior, se haga lo que se haga en ese momento, por ruin que sea, asi que la compostura y la búsqueda de la belleza no pueden ser sólamente dominio del arte, sino que deben aplicarse delicadamente a la vida.
Cualquiera que cometa la temeraria osadía de vivir para la belleza sentirá su cuerpo perturbado y gastado por el deseo inalcanzable, buscará refugio o sedante en sabores sutiles, tactos mórbidos o bien se drogará de algún modo hasta insensibilizarse. Yo opté por la riqueza esplendorosa de los sentidos; las cosas de color de vino, sedosas, perfumadas, armoniosamente sonoras, fueron el alimento de mi psique; pero nunca fui libertino, salvo en el derroche del tiempo.
Leonardo
¿A qué tánto penar, qué buscas, qué te ha faltado? Ahora yo lo sé y ya no me importa confesarlo a la orilla de la muerte: el amor de la madre, esa ternura inefable, incondicional, injusta que se da infatigable. Es ese, Francesco, el único amor infalible entre un hombre y una mujer, el de la madre con el hijo y no al revés, que el hijo es egoísta y ama por interés para seguir absorbiendo. Pero un hombre sabe que el único amor de mujer, pefecto, exacto, inagotable, es el de su madre.
Toda mi vida ha sido esa huida de mis compañeros de juegos, la soledad vacía de ternura, ¡qué no habría dado yo por una hora de ternura! todo lo hubiese dado menos la belleza que me ha salvado del suicidio. [...]
Convertir la vida en una obra de arte, cada instante vale tanto como el anterior, se haga lo que se haga en ese momento, por ruin que sea, asi que la compostura y la búsqueda de la belleza no pueden ser sólamente dominio del arte, sino que deben aplicarse delicadamente a la vida.
Cualquiera que cometa la temeraria osadía de vivir para la belleza sentirá su cuerpo perturbado y gastado por el deseo inalcanzable, buscará refugio o sedante en sabores sutiles, tactos mórbidos o bien se drogará de algún modo hasta insensibilizarse. Yo opté por la riqueza esplendorosa de los sentidos; las cosas de color de vino, sedosas, perfumadas, armoniosamente sonoras, fueron el alimento de mi psique; pero nunca fui libertino, salvo en el derroche del tiempo.
La sonrisa de la Gioconda- Luis Racionero
Del ojo
El ojo, que la belleza del universo a los contempladores refleja, es de tanta excelencia que, quien consiente en su pérdida, se priva de la representación de todas las obras de la naturaleza, cuya visión al alma consuela en su humana cárcel; por gracia de los ojos, ese alma se representa todas las dispares cosas de la naturaleza; por ello, quien los ojos pierde, deja a su alma en una oscura prisión, donde la abandona toda esperanza de volver a ver el sol, luz de todo el universo.
Nada fácil: no es lo mismo mirar que ver. Mirar es volver los ojos hacia fuera para que la luz nos traiga formas y colores; ver es aceptar esa percepción y acomodarla en el interior, mezclarla con lo que somos, lo que pensamos y recordamos, lo que estamos sintiendo en ese momento. Tal como eres, sólo así puedes ver. Cuanto más seas, más verás. Por eso, la libertad es una mirada cambiada y la sabiduría el cambio de la descripción del mundo que entra por los sentidos.
De cómo el pintor es señor de toda suerte de gentes y de todas las cosas
Si el pintor quiere contemplar bellezas y que le cautiven, es muy dueño de crearlas, y si quiere ver cosas monstruosas o que espanten, o bien bufonescas y risibles o, incluso, conmovedoras, de ellas puede ser señor y dios.
Si quiere crear parajes y desiertos, lugares umbrosos o sombríos para la estación cálida, puede hacerlo, y también lugares calurosos para la estación fría. Si quieres valles o, desde las altas cumbres de los montes, descubrir una vasta campiña o, desde allí, divisar el horizonte del mar, es muy dueño de hacerlo; y lo es si desde los valles profundos quiere ver las altas montañas o, desde las altas montañas los valles profundos o las playas.
En efecto, todo lo que en el universo es, por esencia, presencia o ficción, será primero en la mente del pintor y después en sus manos. Y son aquellas cosas tan excelentes, que engendran una perfecta armonía con sólo contemplarlas un instante, cual ocurre con la naturaleza.
Leonardo de Vinci- Tratado de Pintura
Cogí el azul prusia
y me lancé a un cielo de ventisca
repleto de nubes estáticas,
todo un cielo entre tú y yo,
repleto de nubes entre tú y yo.
Tu bufanda esmeralda y malva,
mi sombrero verde
y nuestro redondo planeta ocre
ocupando medio lienzo.
No sé pintar, ¿ y eso qué importa ?
basta la música en el aire de toda la casa,
la luz de la terraza,
mi mente que se aisla y ensancha,
el olor de aguarrás,
el desorden hecho color,
mis dedos prolongados
dispuestos a ensuciarse
y un reloj que pierde dimensión.
Pensamientos diluidos,
presente idolatrado
y grandeza de crear por crear.
Publicado por: martüki | 14/05/05 en 12:02
Creo que el artista busca por naturaleza, constantemente, conforme pasan los años esa búsqueda se restringe cada vez más, se persiguen objetivos más concretos y comienzas a "conectarte" con esas cosas que buscas, incluso a veces sin pretenderlo. Creo que esas ideas ya existen, simplemente las filtramos y extraemos lo que nos llaman, y también creo que hay una conexión misteriosa que te hace llamar "casualidades" a hechos que ocurren y que realmente se salen del rango normal de la casualidad.
Publicado por: Pedro | 19/11/04 en 14:00
No sé muy bien si la obra del artista sale de ideas de su mente a las que da forma o si el artista, al perderse de sí mismo es capaz de conectar con ideas que ya existen y es capaz de darles forma. ¿No será el artista solo un medio? ¿no estará ya todo creado o al menos ideado y el artista solo lo saca a la luz y lo hace suyo? ¿no se entrega el artista a la obra en vez de la obra al artista?
Publicado por: martüki | 18/11/04 en 19:52